Vivir fuera de Cuba...
Hace días recibí un e-mail de un amigo cubano en México, uno de esos correos cadenas, pero tenia algo especial, algo que siente todo cubano aunque muchas veces lo negemos :(como es mi caso)
El correo en si dice lo siguiente:
> Vivir fuera de Cuba no es jamón. No señor.
> Lo que sí he aprendido es que hay varias etapas por las
> que se pasa y son más o menos así:
>
> Primera etapa: el obstinamiento.
>
> Todavía estás en Cuba.. No tienes claro dónde vas a
> aterrizar, pero no importa, siempre que no veas más nunca
> un camello(autobuses), ni el verano sin ventilador, ni un apagón...
> Estás en la cuerda floja: que si me voy, que si me quedo...
>
>
> Segunda etapa. Los "combatientes" de inmigración
> enseñan que todo puede ser peor....
> - Maratónica espera: la tarjeta blanca, la liberación
> profesional, el pasaporte, la carta de invitación, el giro
> del dinero...
> El acto final: aeropuerto José Martí con tu familia. Ha
> sido un camino largo y temes que todavía algo se puede
> joder.
> El uniforme de inmigración aún te hace temblar. Vives
> momentos de tensión, el guardia de inmigración estudia de
> punta a cabo tu pasaporte como en una novela de espionaje,
> ¿qué carajo buscará?. Al mismo tiempo, mira 40 veces el
> espejo que tienes a tu espalda, será pa´ vacilarte, pa'
> ver si te haces caca en los pantalones; sudas copiosamente.
> Te pregunta que ¿a dónde vas? ¿por qué te vas? También
> quiere saber si vas de visita por tres meses y, claro, si
> vuelves... "Sí, espérame sentado", piensas tú en ese
> momento, pero respondes: "Sí compañero, por
> supueeeesto!" Finalmente te pone el cuño. ¡COÑOOOO...!
>
> ¡Un momento! ¿Y ahora por qué el avión sale con
> retraso? Seguro que es por mí. ¡Usted verá! De seguro
> alguien se enteró de los 40 "fulas" que le pagué
> al director de mi empresa por firmar la carta de
> liberación. Bueno, si taita Julián hubiera podido comprar
> su carta de libertad por 40 dólares, la historia de Cuba habría sido
> otra... Finalmente, el avión levanta vuelo y entonces te vuelve el
> alma al cuerpo.
>
> - Pero entonces viene el papelazo, una etapa que empieza en el avión...
> en especial para los millones que nunca hemos montado uno ni hemos
> salido fuera de Cuba. ¿Cómo se cierra el cinturón? No te atreves a
> pedir una Coca-Cola, no vaya a ser que "no te toque" o que la aeromoza
> (fuera de Cuba se llaman azafatas) te dé una mala contesta. Aprender
> a usar un celular cuesta trabajo pero entender cómo hacer
> uso de tus libertades es una labor titánica. Y, como si
> fuera poco lo que tienes que asimilar y aprender, te
> empiezan a hablar en términos extraños: ¿qué cosa es un
> seguro, para qué sirve? ¿Cómo, que tienes que sacar
> dinero del banco en un cajero automático? ¿Cómo se usan
> las tarjetas de crédito? Además, hay que aprender a usar
> el teléfono para todo: si vas a visitar a alguien tienes
> que llamar, si te vas a demorar, también tienes que
> llamar... Si te invitan a comer en una casa, debes llevar
> flores o una botella de vino, algún
> detalle. Encima, al otro día hay que llamar para dar las
> gracias por tan agradable velada, aunque la comida te haya
> dado diarreas.
> Los cubanos se vuelven muy susceptibles en el exilio y
> esperan que les agradezcas sus gentilezas contigo, lo cual
> es normal, pero no una vez sino muchas, muchas veces.
>
> Pero bueno, ¡el mundo es tan lindo! Te deslumbran los
> autos nuevos, las mujeres hermosamente arregladas desde la mañana, los
> hombres de cuello y corbata, las señoras mayores con sus cabellos
> engominados y su perenne olor a flores. ¡Ay, el olor de esta sociedad!
> ¡Tan distinta a la peste que respiraba a diario al salir de mi
> cuartería en La Habana Vieja. Otra cosa que llama la atención, en
> esta inmigración (la de allá era EMIGRACIÓN), aunque no te
> quieran y te tilden de "recién llegado", lo que implica
> que no estás pulido, te tratan con respeto y reconocen tus
> derechos.
>
> En fin, la otra etapa es: ¡y ahora a buscar trabajo!
>
> Y "pasaron 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 semanas" (¿se
> acuerdan de la canción?) ¡Y na! ¡Ni de sepulturero
> encuentras un puesto! Después de todo, estamos en
> recesión. Por otra parte, aunque esta ciudad es como una extensión de
> Cuba, necesitas hablar inglés... Otro factor increíble es que con el
> paso del tiempo llegar a conocer la ciudad de arriba abajo, pero no
> logras hacer ni un amigo, de los de verdad, de aquellos que lograbas
> en Cuba. Entonces te empieza a molestar la soledad y no hablar tu
> idioma. ¡Ja! Y ver a dos cubanos enredados en inglés, pasando trabajo
> con el vocabulario y con el acentazo que no se les entiende
> nada, es como estar viendo una película de Buñuel, juro
> que sí. ¿Será que hablar español da cáncer? Por
> favor, si se enteran de algo al respecto me lo hacen
> saber...
>
> ¡Y la mente es una cabrona! Poco a poco, te vas a acostumbrando a lo
> bueno y a lo "nuevo", y entonces empiezas a recordar a tu barrio, a la
> gente jugando dominó, a los negrones diciendo indecencias y hablando
> como si tuvieran papas en la boca; recuerdas cuando le podías decir
> piropos a las mujeres (aquí eso se considera acoso sexual),
> o cuando podías hacerle monerías a los niños en el parque
> sin que pensaran que eres un pedófilo. ¡Qué diferente tu
> gente y tu cultura a la de estos rubios pragmáticos, sin
> sangre en las venas! Entonces lo horrible no te parece tan
> terrible y añoras un poquito de chusmería y oír a uno
> gritando: ¡la galleta, caballero', la galleta!
> ¿Creerías que cuando me pongo a pensar en mi Cuba rompo a
> llorar?
> Hay otra etapa caracterizada por la morriña. Esa empieza
> cuando conoces a tú único amigo en el exilio: el gorrión.
> Tarda pero llega seguro. Además, te das cuenta de que todo
> lo que brilla no es oro y que esta sociedad, la de la
> primera potencia mundial, está plagada de defectos e
> injusticias.
> Y luego llega un 31 de diciembre y el gorrión se posa en
> tu hombro: "¿y qué coño hago yo aquí?" te preguntas.
> Los recuerdos te acorralan y te sacan lagrimones. Y si te
> toca vivir en un estado con nieve, más te acuerdas del
> calorcito y las playas de tu país.
>
> Allá sólo querías oír música en inglés y lo del patio
> era pura mierda, pero aquí descubres o empiezas a valorar a Lecuona, a
> Matamoros, a Cuní... Tu libro de cabecera se llama "¿Dónde está mi
> Habana?" Empiezas a coleccionar CDs de Bola, la Bourke, Moraima, y
> hasta de María Teresa Vera... y te vas a los conciertos de otroras
> glorias de Cuba, como Martha Pérez, Luisa María Güell, Meme Solís,
> Zenaida Manfugás, Renée Barrios, todas momias en la
> actualidad pero que te evocan tu dulce juventud en la islita
> caribeña que tanto amas.
>
> En Cuba detestaba todos los dicharachos criollos y me inclinaba hacia
> la cultura europea, pero aquí me acuerdo de todo el refraneo popular
> cubano, que tanto me diferencian del resto de las culturas hispanas en
> este país. Porque ahora uno quiere ser diferente. Es más, quieres
> hacerle saber a todos que eres cubano, no latinoamericano ni
> hispano, sino CUBANO.
>
> Discutes con los que hablan peste de tu patria. Te fajas
> con los comemierdas que dicen que la Salsa no tiene raíces cubanas y
> que Varadero no es la playa más hermosa que ojos humanos han visto.
>
> Finalmente, la última etapa es la resignación.
>
> Cuando dos cubanos se conocen, la primera pregunta es: ¿cuánto tiempo
> llevas aquí?
>
> Es como si estuvieras en prisión, porque si lo piensas con sinceridad
> y te libras de manerismos virtuales es una condena no estar en tu
> tierra.
>
> De buenas a primeras te das cuenta de que los que estamos fuera,
> necesitamos emocionalmente de los que quedaron allá. Tratamos de
> resolver sus problemas mandando dólares, ropa y comida, pero lo que
> necesitamos nosotros, ellos no pueden enviarlo por correo:
> compañerismo, solidaridad, calor humano.
>
> Y así pasa el tiempo y llega finalmente la esperada
> primera visita a Cuba después de haberte ido echando pestes del
> terruño.
>
> ¡Qué desilusión entonces! Toda vez allá, te percatas de
> que ya no eres de allí, de que ya no tienes puntos comunes con tu
> pueblo, que su realidad no es la tuya, de que la Cuba de tus sueños
> se esfumó; no conoces al grupo cubano de moda, no sabes a donde va la
> ruta 222, ni qué novela están poniendo en TV o a qué hora comienzan
> los cines. La Habana te resulta ajena y, a pesar de lo dicho
> anteriormente, te sientes más a gusto en Miami o Nueva York... ¿Qué
> pasó con tu idealizada patria?
>
> Al segundo día de estar en Cuba, a pesar de la alegría de
> ver a tu familia y de compartir con amigos de toda una vida, quisieras
> volver a casa, aquí, a tu país imperfecto. ¿Qué pasó con la añoranza
> de la patria caribeña? Pues sucede que entonces echas de menos al
> pragmatismo y eficiencia de los anglosajones.. En realidad, ya no
> perteneces a ningún lugar. Como dice la canción: "No
> eres ni de aquí ni de allá", pero eres de aquí, no
> de allá. Ya eres un "cubanoamericano", una carrera muy
> larga, a la que se llega por diferentes caminos...
> Al regreso, en el aeropuerto José Martí, esta vez no te
> harán tantas preguntas como cuando te fuiste
> definitivamente de allá.
>
> Las preguntas te las harás tú... En fin, toma tiempo y
> muchas lágrimas entender cuál es tu verdadero lugar en el mundo, pero
> el regreso a la isla te llena de contradicciones y te indica
> irremediablemente te indica que ya no hay marcha atrás, el resto es
> espejismo...
> Lo que sí he aprendido es que hay varias etapas por las
> que se pasa y son más o menos así:
>
> Primera etapa: el obstinamiento.
>
> Todavía estás en Cuba.. No tienes claro dónde vas a
> aterrizar, pero no importa, siempre que no veas más nunca
> un camello(autobuses), ni el verano sin ventilador, ni un apagón...
> Estás en la cuerda floja: que si me voy, que si me quedo...
>
>
> Segunda etapa. Los "combatientes" de inmigración
> enseñan que todo puede ser peor....
> - Maratónica espera: la tarjeta blanca, la liberación
> profesional, el pasaporte, la carta de invitación, el giro
> del dinero...
> El acto final: aeropuerto José Martí con tu familia. Ha
> sido un camino largo y temes que todavía algo se puede
> joder.
> El uniforme de inmigración aún te hace temblar. Vives
> momentos de tensión, el guardia de inmigración estudia de
> punta a cabo tu pasaporte como en una novela de espionaje,
> ¿qué carajo buscará?. Al mismo tiempo, mira 40 veces el
> espejo que tienes a tu espalda, será pa´ vacilarte, pa'
> ver si te haces caca en los pantalones; sudas copiosamente.
> Te pregunta que ¿a dónde vas? ¿por qué te vas? También
> quiere saber si vas de visita por tres meses y, claro, si
> vuelves... "Sí, espérame sentado", piensas tú en ese
> momento, pero respondes: "Sí compañero, por
> supueeeesto!" Finalmente te pone el cuño. ¡COÑOOOO...!
>
> ¡Un momento! ¿Y ahora por qué el avión sale con
> retraso? Seguro que es por mí. ¡Usted verá! De seguro
> alguien se enteró de los 40 "fulas" que le pagué
> al director de mi empresa por firmar la carta de
> liberación. Bueno, si taita Julián hubiera podido comprar
> su carta de libertad por 40 dólares, la historia de Cuba habría sido
> otra... Finalmente, el avión levanta vuelo y entonces te vuelve el
> alma al cuerpo.
>
> - Pero entonces viene el papelazo, una etapa que empieza en el avión...
> en especial para los millones que nunca hemos montado uno ni hemos
> salido fuera de Cuba. ¿Cómo se cierra el cinturón? No te atreves a
> pedir una Coca-Cola, no vaya a ser que "no te toque" o que la aeromoza
> (fuera de Cuba se llaman azafatas) te dé una mala contesta. Aprender
> a usar un celular cuesta trabajo pero entender cómo hacer
> uso de tus libertades es una labor titánica. Y, como si
> fuera poco lo que tienes que asimilar y aprender, te
> empiezan a hablar en términos extraños: ¿qué cosa es un
> seguro, para qué sirve? ¿Cómo, que tienes que sacar
> dinero del banco en un cajero automático? ¿Cómo se usan
> las tarjetas de crédito? Además, hay que aprender a usar
> el teléfono para todo: si vas a visitar a alguien tienes
> que llamar, si te vas a demorar, también tienes que
> llamar... Si te invitan a comer en una casa, debes llevar
> flores o una botella de vino, algún
> detalle. Encima, al otro día hay que llamar para dar las
> gracias por tan agradable velada, aunque la comida te haya
> dado diarreas.
> Los cubanos se vuelven muy susceptibles en el exilio y
> esperan que les agradezcas sus gentilezas contigo, lo cual
> es normal, pero no una vez sino muchas, muchas veces.
>
> Pero bueno, ¡el mundo es tan lindo! Te deslumbran los
> autos nuevos, las mujeres hermosamente arregladas desde la mañana, los
> hombres de cuello y corbata, las señoras mayores con sus cabellos
> engominados y su perenne olor a flores. ¡Ay, el olor de esta sociedad!
> ¡Tan distinta a la peste que respiraba a diario al salir de mi
> cuartería en La Habana Vieja. Otra cosa que llama la atención, en
> esta inmigración (la de allá era EMIGRACIÓN), aunque no te
> quieran y te tilden de "recién llegado", lo que implica
> que no estás pulido, te tratan con respeto y reconocen tus
> derechos.
>
> En fin, la otra etapa es: ¡y ahora a buscar trabajo!
>
> Y "pasaron 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 semanas" (¿se
> acuerdan de la canción?) ¡Y na! ¡Ni de sepulturero
> encuentras un puesto! Después de todo, estamos en
> recesión. Por otra parte, aunque esta ciudad es como una extensión de
> Cuba, necesitas hablar inglés... Otro factor increíble es que con el
> paso del tiempo llegar a conocer la ciudad de arriba abajo, pero no
> logras hacer ni un amigo, de los de verdad, de aquellos que lograbas
> en Cuba. Entonces te empieza a molestar la soledad y no hablar tu
> idioma. ¡Ja! Y ver a dos cubanos enredados en inglés, pasando trabajo
> con el vocabulario y con el acentazo que no se les entiende
> nada, es como estar viendo una película de Buñuel, juro
> que sí. ¿Será que hablar español da cáncer? Por
> favor, si se enteran de algo al respecto me lo hacen
> saber...
>
> ¡Y la mente es una cabrona! Poco a poco, te vas a acostumbrando a lo
> bueno y a lo "nuevo", y entonces empiezas a recordar a tu barrio, a la
> gente jugando dominó, a los negrones diciendo indecencias y hablando
> como si tuvieran papas en la boca; recuerdas cuando le podías decir
> piropos a las mujeres (aquí eso se considera acoso sexual),
> o cuando podías hacerle monerías a los niños en el parque
> sin que pensaran que eres un pedófilo. ¡Qué diferente tu
> gente y tu cultura a la de estos rubios pragmáticos, sin
> sangre en las venas! Entonces lo horrible no te parece tan
> terrible y añoras un poquito de chusmería y oír a uno
> gritando: ¡la galleta, caballero', la galleta!
> ¿Creerías que cuando me pongo a pensar en mi Cuba rompo a
> llorar?
> Hay otra etapa caracterizada por la morriña. Esa empieza
> cuando conoces a tú único amigo en el exilio: el gorrión.
> Tarda pero llega seguro. Además, te das cuenta de que todo
> lo que brilla no es oro y que esta sociedad, la de la
> primera potencia mundial, está plagada de defectos e
> injusticias.
> Y luego llega un 31 de diciembre y el gorrión se posa en
> tu hombro: "¿y qué coño hago yo aquí?" te preguntas.
> Los recuerdos te acorralan y te sacan lagrimones. Y si te
> toca vivir en un estado con nieve, más te acuerdas del
> calorcito y las playas de tu país.
>
> Allá sólo querías oír música en inglés y lo del patio
> era pura mierda, pero aquí descubres o empiezas a valorar a Lecuona, a
> Matamoros, a Cuní... Tu libro de cabecera se llama "¿Dónde está mi
> Habana?" Empiezas a coleccionar CDs de Bola, la Bourke, Moraima, y
> hasta de María Teresa Vera... y te vas a los conciertos de otroras
> glorias de Cuba, como Martha Pérez, Luisa María Güell, Meme Solís,
> Zenaida Manfugás, Renée Barrios, todas momias en la
> actualidad pero que te evocan tu dulce juventud en la islita
> caribeña que tanto amas.
>
> En Cuba detestaba todos los dicharachos criollos y me inclinaba hacia
> la cultura europea, pero aquí me acuerdo de todo el refraneo popular
> cubano, que tanto me diferencian del resto de las culturas hispanas en
> este país. Porque ahora uno quiere ser diferente. Es más, quieres
> hacerle saber a todos que eres cubano, no latinoamericano ni
> hispano, sino CUBANO.
>
> Discutes con los que hablan peste de tu patria. Te fajas
> con los comemierdas que dicen que la Salsa no tiene raíces cubanas y
> que Varadero no es la playa más hermosa que ojos humanos han visto.
>
> Finalmente, la última etapa es la resignación.
>
> Cuando dos cubanos se conocen, la primera pregunta es: ¿cuánto tiempo
> llevas aquí?
>
> Es como si estuvieras en prisión, porque si lo piensas con sinceridad
> y te libras de manerismos virtuales es una condena no estar en tu
> tierra.
>
> De buenas a primeras te das cuenta de que los que estamos fuera,
> necesitamos emocionalmente de los que quedaron allá. Tratamos de
> resolver sus problemas mandando dólares, ropa y comida, pero lo que
> necesitamos nosotros, ellos no pueden enviarlo por correo:
> compañerismo, solidaridad, calor humano.
>
> Y así pasa el tiempo y llega finalmente la esperada
> primera visita a Cuba después de haberte ido echando pestes del
> terruño.
>
> ¡Qué desilusión entonces! Toda vez allá, te percatas de
> que ya no eres de allí, de que ya no tienes puntos comunes con tu
> pueblo, que su realidad no es la tuya, de que la Cuba de tus sueños
> se esfumó; no conoces al grupo cubano de moda, no sabes a donde va la
> ruta 222, ni qué novela están poniendo en TV o a qué hora comienzan
> los cines. La Habana te resulta ajena y, a pesar de lo dicho
> anteriormente, te sientes más a gusto en Miami o Nueva York... ¿Qué
> pasó con tu idealizada patria?
>
> Al segundo día de estar en Cuba, a pesar de la alegría de
> ver a tu familia y de compartir con amigos de toda una vida, quisieras
> volver a casa, aquí, a tu país imperfecto. ¿Qué pasó con la añoranza
> de la patria caribeña? Pues sucede que entonces echas de menos al
> pragmatismo y eficiencia de los anglosajones.. En realidad, ya no
> perteneces a ningún lugar. Como dice la canción: "No
> eres ni de aquí ni de allá", pero eres de aquí, no
> de allá. Ya eres un "cubanoamericano", una carrera muy
> larga, a la que se llega por diferentes caminos...
> Al regreso, en el aeropuerto José Martí, esta vez no te
> harán tantas preguntas como cuando te fuiste
> definitivamente de allá.
>
> Las preguntas te las harás tú... En fin, toma tiempo y
> muchas lágrimas entender cuál es tu verdadero lugar en el mundo, pero
> el regreso a la isla te llena de contradicciones y te indica
> irremediablemente te indica que ya no hay marcha atrás, el resto es
> espejismo...
Fin :(
Etiquetas: Cuba
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